sexta-feira, novembro 17, 2006

Hoy educar debería ser la actividad más estimulante del mundo

Cristina Harster Wanger

Hoy educar debería ser la actividad más estimulante del mundo. Nunca como antes el profesor había dispuesto de tanta información a su alcance. Un simple "clic" de ratón, y las carreteras de megabytes se le alinean a su antojo, listas para ser traspasadas al disco duro de sus pupilos.
¡Si sus predecesores le vieran!¡Qué envidia despertaría! Claro que entonces, el tiempo que perdía masticando la información, cual ave nodriza para poderla administrar a sus poyuelos-alumnos, lo ganaba en la misma tarea de la "deglución", pues éstos se estaban bien quietecitos ante la presencia imponente del profesor. Pero de eso ya hace mucho tiempo. Los profesores dejaron de ser "contenedores de sabiduría" para convertirse en "colegas" de los alumnos. Y, sin embargo, el problema se va agudizando por momentos.Dicen los especialistas en sicología que el niño necesita tener bien claro dónde se encuentran los confines de su campo de actuación, pues sólo a base de darse de bruces con ellos una y otra vez acabará formando su propia escala de valores.De hecho, la mayoría -por no decir todas- de las sociedades "primitivas" contaban con ritos de iniciación durante los cuales el aspirante a adulto debía aprender a aplicar todas sus facultades para superarlos. Hoy, sus retos han quedado reducidos a los videojuegos.Sólo allí -amén de algunos programas televisivos pensados exclusivamente para ellos- tienen permiso para comportarse como seres individuales. Es su "happy park", el corralito que los adultos les hemos creado para que no nos molesten, acaso porque nosotros mismos ya andamos bastante desorientados como para entretenernos en enseñarles a sobrevivir en un futuro del que ya no seremos los protagonistas.

Extraído do periódico La Nación - Chile - 14/11/2006

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